Un hombre se acuesta en el crepúsculo de sus memorias y espera hacia el amanecer. Espera ver la luz que guiará sus futuras memorias. Espera a que la noche se marchite para borrar sus pecados.
Una noche interminable asecha con mantenerse, con tremolar su oscuridad para descubrir la identidad solitaria del hombre. ¿Quién podrá redimirse por los logros mamploros de aquella noche sino el hombre que los acontece?
Ni la misma inexpugnable intimidad de la Luna podría descubrir el significado de tal acto, un acto fúnebre, un acto que no merece la racionalización humana.
Aquel hombre oscuro acostado ahora en sus lágrimas; recitando su llanto a la noche, esperando a que la inconclusa respuesta entre a su alma.
Ni el dios dentro de él podrá interponerse entre la noche y su gloria. Entre el triunfo del dolmen sobre la lanza. Entre la lucha del totem contra su mancillación.
Ahora ni el amanecer podrá apagar el flamígero regreso de una oscuridad benefactora, de un aliento de vida nocturna, de una historia sin nomenclatura.
Aquel hombre imploraba por su vida después de la noche, después del aliento, mientras que la muerta tocaba su puerta con cada memoria. Y el día se teñía con el escarlata de su miedo a perderlo todo.
La muerte no reside en el quedarse sin vida, reside en el olvido de los sueños incumplidos, en la amnesia de gustos propios, reside en la falta de voluntad para recibir lo que se merece. Y aquel hombre esperando sus sueños murió al acontecer su propia superación por medio de los ojos de la noche y no de los propios. Reconociendo sus errores y aprendiendo de ellos la redención estaba aún muy lejos, así que se conformó con sus pecados ya hechos y sus mediocres correcciones. Y dejose llevar por el camino de un amanecer que con su brillo opaca a las pequeñas estrellas que a lo lejos se descubren.
Así que un adiós a aquel hombre que no cabe dentro de mi corazón, adiós a un amanecer hermoso y hola a la nueva noche llena de vida. Una noche que llena mi corazón con luces fluorescentes iluminando mi camino.
Hoy hablaré con la noche y ella hablará conmigo.
Y nos enamoraremos
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