martes, 30 de noviembre de 2010

Ecosistemas

En un ecosistema de medusas cósmicas
los colores se descomponen en millones de
percepciones viables a la luz esporádica.

La vida sobrepone el vacío de lo perfecto e
incluye la inmortalidad de esta.

La emanación fluorescente  tácita del pensamiento
representa los pulgares oponibles en la 
historia del fuego griego.

Y nos vemos sumergidos en un mar de fantasías 
físicas y humos trascendentales
donde el  sueño debajo de la almohada
se hace verídico.

Hay que seguir la espontaneidad propia
en la olla de almizcle. 
Aunque el ecosistema no lo quiera así.

Hay que seguir nuestro verdadero ser 
aunque ese no sea nuestro norte.

Y aun las corrientes marinas cambian su curso,
eso depende de hacia adonde queramos que fluyan...

La noche y mi hombre

  Un hombre se acuesta en el crepúsculo de sus memorias y espera hacia el amanecer. Espera ver la luz que guiará sus futuras memorias. Espera a que la noche se marchite para borrar sus pecados.

  Una noche interminable asecha con mantenerse, con tremolar su oscuridad para descubrir la identidad solitaria del hombre. ¿Quién podrá redimirse por los logros mamploros  de aquella noche sino el hombre que los acontece?

  Ni la misma inexpugnable intimidad de la Luna podría descubrir el significado de tal acto, un acto fúnebre, un acto que no merece la racionalización humana.

  Aquel hombre oscuro acostado ahora en sus lágrimas; recitando su llanto a la noche, esperando a que la inconclusa respuesta entre a su alma.

  Ni el dios dentro de él podrá interponerse entre la noche y su gloria. Entre el triunfo del dolmen sobre la lanza. Entre la lucha del totem contra su mancillación. 

  Ahora ni el amanecer podrá apagar el flamígero regreso de una oscuridad benefactora, de un aliento de vida nocturna, de una historia sin nomenclatura. 

  Aquel hombre imploraba por su vida después de la noche, después del aliento, mientras que la muerta tocaba su puerta con cada memoria. Y el día se teñía con el escarlata de su miedo a perderlo todo.

  La muerte no reside en el quedarse sin vida, reside en el olvido de los sueños incumplidos, en la amnesia de gustos propios, reside en la falta de voluntad para recibir lo que se merece. Y aquel hombre esperando sus sueños murió al acontecer su propia superación por medio de los ojos de la noche y no de los propios. Reconociendo sus errores y aprendiendo de ellos la redención estaba aún muy lejos, así que se conformó con sus pecados ya hechos y sus mediocres correcciones. Y dejose llevar por el camino de un amanecer que con su brillo opaca a las pequeñas estrellas que a lo lejos se descubren.

  Así que un adiós a aquel hombre que no cabe dentro de mi corazón, adiós a un amanecer hermoso y hola a la nueva noche llena de vida. Una noche que llena mi corazón con luces fluorescentes iluminando mi camino.

  Hoy hablaré con la noche y ella hablará conmigo. 
  Y nos enamoraremos 

domingo, 28 de noviembre de 2010

Miradas y palabras


Dijo Caracol a su amiga quién sabiendo el significado de las palabras que salían de su mente, aún no conocia el significado de las palabras que salen de su corazón:

-"Las palabras son jaulas que empleamos para encerrar parte de lo que sentimos y poder expresarlo. Y al igual que un pájaro enjaulado que al estar detrás de rejas no canta con toda su voz, las palabras no florecen con todos sus pétalos encerrados en las palabras. Debemos aprender que la palabra no es el único idioma que se puede hablar"-.

Iluminar


Y en la pura prisa del ademán de incomprensión de Almira hacia Caracol, se notan todas las dudas que ella tiene acerca de su vida, sus experiencias, y llega a preguntarse muy hacia sus adentros si alguna vez se dará cuenta de que tan importante ha sido en esta vida.

Y Almira, a pesar de su impedimento, intenta exponer su núcleo transformando sentimiento a palabra, pero solo el paso que se debe dar es inmenso. A lo que Caracol, sabiendo el dilema en el que se encuentra su íntima amiga le dice:
- La vida es como una candela: Una vez encendida tiene la necesidad de apagarse, pero en ese efímero transcurso ilumina el camino de muchas personas.- 

Mundos separados


Mundos separados parecen ser los que gobiernan Caracol y Almira en cuanto al aprendizaje, pero ambos, amigos íntimos, están de acuerdo en algo: el aprendizaje vino y se quedó de por vida.

Caracol: Nosotros no buscamos aprender sin un poco de entusiasmo, aprendemos que la eternidad no es parte de nuestra vida. Y que lo que empezamos algún día se va a terminar, pero ese aprendizaje no se consigue hasta después de muchos golpes dados y recibidos. 

Nuestro aprendizaje se construye mientras caminados mirando al horizonte y no las huellas que dejamos en la tierra.

Búsqueda


Y aunque Caracol ha llegado a esa edad donde el recuerdo es el desayuno de todos los días, nunca pierde la esperanza de seguir caminando, buscando nuevos recuerdos que contar.

Caracol: - Buscar no es solo un acto, es un sueño y como tal hay que liberarlo de la jaula de lo imposible. No se debe caer en la búsqueda de lo imposible sino en el encuentro con uno mismo. A partir de ahí, todo comienza a tener sentido.

Saltos


Y Almira ve a Caracol con ojos de recuerdo enjaulado, de ese gorrión al que nunca se le dio la oportunidad de volar libre. Lo ve como esperando que esa mirada curara los años de desperdicio, y Caracol responde:
-No es culpa de los años, querida. Es culpa del no saber aprovecharlos, es culpa del rencor, de la angustia, del desinterés. Ya no espero sino aprovecho, busco y me reconcilio conmigo mismo.
Duele aprender que  el primer salto que se debe dar es hacia uno mismo.-